De sueños olvidados y promesas incumplidas

El tiempo te devuelve los sueños. Porque permanecen pegados a tu piel. Están ahí, incluso cuando has dejado de mencionarlos, incluso cuando has dejado de pensar en ellos.

De pequeño descubrí una imagen de Karl Marx en un libro de historia de mi hermano. En la parte de abajo recuerdo que decía que aquel hombre había imaginado una sociedad sin clases sociales: donde todos fuéramos iguales. Con apenas diez años, pensé que eso era maravilloso.

Aquella idea me llevó de la mano hasta descubrir la Revolución Rusa. De un día para otro, la Unión Soviética se convirtió en una pasión de la cual buscaba información día a día. Fue así como conocí las hazañas rusas contra Napoleón o su defensa y contraataque en la Segunda Guerra Mundial, hasta el día de la toma de Berlín.

Sí, soñaba con ir a Rusia, conocer Moscú, la Plaza Roja.

Luego vino la Perestroika, la caída del Muro. Observar a aquellas personas felices de liberarse de algo que consideraba extraordinario, me causaba una enorme confusión. Desde la televisión y los periódicos decían que el mundo era por fin libre e incluso de que la historia se había terminado. Ahora sólo tocaba vivir.

Y eso hice, con catorce años, entre las hormonas, la música y los libros, quién tenía tiempo para pensar en el fin de la Cortina de Acero. Me olvidé. Aunque mantuve mi interés de ir a Moscú, ya no era una prioridad.

Crecí (eso creo). Estudié periodismo, hice prácticas en un canal de televisión y, una vez terminadas, me prometí no volver a hacerlo. Terminé mi carrera, me hice periodista, crucé el charco, dejé Madrid, habité Barcelona. Trabajé. Dejé mi trabajo y me prometí entonces no volver a trabajar en una empresa grande. Comencé varios proyectos personales, me acerqué al mundo editorial…

Y un día llega el mensaje: te dicen que si quieres trabajar en televisión en una gran empresa… en Moscú. Dudas, dices que sí, haces las pruebas, esperas, desesperas, escribes, te piden paciencia, no sabes si quieres hacerlo, pero quieres hacerlo.

Llega la respuesta.

Y como con la caída del Muro de Berlín, te sientes confundido, extraño. Das los pasos que tienes que dar y llegas al día de hoy. Estás escribiendo en la habitación de un piso del Distrito de Novogireyevo de Moscú. Ya has visto un poco de la ciudad, hoy pretendes conocer la plaza de tus sueños infantiles y sigues sin creer que esto esté pasando, que te esté pasando a ti, sin buscarlo, sin desearlo. Pero lo disfrutas. Y sólo te queda agradecer a la sabiduría del tiempo por esta nueva aventura, a pesar de las promesas rotas, hoy cumples un sueño largamente olvidado.

Moscú, 6 de mayo de 2017 – Москва, 6 мая 2017