Rabiosa actualidad

De pájaros azules
En estos días he descubierto las virtudes y los defectos del Twitter: es una gran herramienta para estar enterado, pero es pésima para estar informado. Quizá muchos piensen que ambas cosas son lo mismo, pero no es así. Enterarse significa que sabemos que algo ha sucedido y es cierto que con Twitter te enteras de muchas cosas, en tan sólo unos segundos puedes saber que ha pasado desde Vancouver hasta Sídney, pero eso no implica que estés informado. Informarse es mucho más que conocer todo lo que sucede, sino asumir una posición y una opinión de lo que sucede. Para lograrlo debemos conocer los detalles y las múltiples fuentes que deben incluir una noticia o crónica correctamente realizada. Y las limitaciones (e incluso sus propias virtudes) del Twitter lo impiden: son demasiados titulares en tan poco tiempo para que entremos en cada uno de ellos para conocer con detalle la información. La única opción que queda es decidir qué nos interesa y qué no, lo cual es completamente válido. Así que no nos queda otra que asumir dos cosas: que el Twitter es sólo una herramienta y que los seres humanos, por más ortopedias que incrustemos en nuestras vidas, seguiremos siendo imperfectos.

El México indiferente
El individualismo es el padre de la indiferencia y la indiferencia es la madre del conformismo. Hace algunos días leí un comentario que decía que el poeta Javier Sicilia no había hecho nada hasta que le mataron a su hijo. Independientemente de sus hechos u omisiones previas, la muerte de un hijo no se cuestiona. Como él mismo dijo, a quien pierde un padre se le dice huérfano, a quien pierde su pareja es viudo, pero no existe una forma para nombrar a quien pierde un hijo. Llama la atención su reacción: no ha solicitado más militares en la calle, ni penas de muerte a los criminales. Al contrario, ha pedido concordia, diálogo y unión para combatir el crimen organizado. Habla de una persona que reconoce en la voluntad conjunta como la mayor fuerza para terminar con este virus que ha invadido nuestro país en los últimos años. Los narcotraficantes, los secuestradores y todos aquellos que se lucran con el crimen han aprovechado la división de la sociedad, la cual nace de la falta de oportunidades de trabajo, de una educación secuestrada por caciques sindicales, de una sanidad ineficiente, de una clase política corrupta y un gobierno inoperante, más preocupado por saldar sus deudas adquiridas cuando llegó al poder hace cinco años que por velar por el bienestar del país. Mientras no haya unidad, ni educación, ni sanidad, ni compromiso cívico y social que obligue a las instituciones a cumplir con su deber, por más militares, policías y marinos que haya en la calle, todo seguirá exactamente igual.

Juan Pablo II y Osama Bin Laden
Del primero estamos seguros que murió del segundo no lo tenemos tan claro. Del primero sabemos que protegió criminales, del segundo también. Del primero sabemos que muchos lo siguieron en vida, asumieron que era muy bueno y lo han defendido hasta la muerte; del segundo primero dijeron que era muy bueno cuando mataba soviéticos, luego que ya no lo era porque mataba norteamericanos y al final éstos, que lo entrenaron para ser muy bueno, ahora dicen que lo mataron porque era muy malo. El primero fue amigo del violador, estafador y pedófilo Marcial Maciel; el segundo fue apoyado por los estafadores y criminales de guerra Ronald Reagan y Margaret Thatcher. El primero ha subido a los altares como beato y en muy poco tiempo se convertirá en santo; al segundo con su muerte sin comprobar lo han convertido en leyenda.

El regreso de Goebbels
Según las leyes en España, la campaña electoral debe durar tan sólo quince días. Lo curioso es que desde que llegué a este país hace casi ocho años me siento en una permanente campaña, sobre todo porque los partidos políticos más que buscar el bienestar de su país se han dedicado a buscar el discurso adecuado según los tiempos que corren para conseguir el mayor número de votos posible. Ante la crisis económica, y aprovechando la inoperancia de los socialistas en el poder, los partidos de derecha, sobre todo en aquellos lugares donde no son mayoría, han encaminado su artillería hacia los inmigrantes: señalándolos como parias que sólo ocupan puestos de trabajo, clínicas y escuelas que sólo corresponden a los españoles. Y aunque ya lo habían hecho antes, ahora los discursos recuerdan mucho la Alemania Nazi, donde el judío era criminal por el simple hecho de ser judío. Ahora se plantean echar a los inmigrantes sin trabajo, cierre de fronteras, exámenes de integración y muchas otras cosas que serán una realidad si no lo impedimos a tiempo. La Unión Europea ya no garantiza nada: apoyó las medidas de Sarkozy para expulsar gitanos o justificó el cierre de su frontera para evitar que refugiados tunecinos entraran en su territorio, por no hablar de todo lo que le ha permitido al Berlusconi en Italia. Por otra parte, el avance de la ultra derecha en el continente es cada vez más evidente. Goebbels vuelve pasearse por Europa.